jueves, 7 de abril de 2011
Alberto Balestrini, escribo el post más difícil...
Este post es difícil, porque lo escribo desde el corazón. Y en el mundo bloguero, no sobran las palabras surgidas desde las entrañas. Lo hago sin pensar demasiado en los efectos que el mismo puede tener.
Alberto Balestrini, vive y seguirá viviendo, porque ha demostrado la fortaleza propia de los grandes hombres.
Algunos podrán argumentar el valor de la medicina para haber transcurrido un año esquivándole a la muerte. Quizá tengan razón, pero su corazón y su cerebro pudieron más que la ciencia.
Aquel 7 de Enero de 2010, cuando se conoció la noticia sobre su Accidente Cerebro Vascular, las piernas se nos doblaron a muchos, y la capacidad de discernir entre lo bueno ó lo malo, se vio disminuida a su máxima expresión.
Balestrini significa para quienes lo conocen desde hace más años, una luz sobre la forma de hacer política. Mucho más que ello, sobre la manera de enfrentar cotidianamente, las cuestiones esenciales de la vida.
De pocas palabras, con sus gestos y movimientos siempre ha sabido dar acabadas muestras de cómo debe ser el comportamiento frente a los demás. Respetuoso, educado, simple, laburador, inteligente. Condiciones estas últimas con las que se nace. Quedará en los registros de la biblioteca personal, aquella nota publicada con la firma de Julio Blanck, a pocas horas de la interna del 30 de Noviembre de 2008: “El Caballero de La Matanza”.
Políticamente fue creciendo por sus propios medios. El Peronismo fue una plataforma. Lo mamaba, sentía y practicaba en sus actos. Dentro del movimiento se relacionó con quienes lo integran, intensamente. Puso lo mejor de sí. Fue Leal a principios que le inspiraron quienes estuvieron algún estamento por encima de él.
Lo conocí en el año 1994. Desde aquél entonces mantuvimos un contacto periódico que se agigantó a partir del 2006, cuando modestamente comencé a colaborar en la Cámara de Diputados de la Nación.
Cultivador de un bajo perfil, que le valió el enojo de muchos. No era un defecto. Se convirtió en virtud, porque se granjeó el respeto de la porción del Pueblo que ama: la del distrito de La Matanza, los pagos donde fue intendente municipal en dos oportunidades. Hoy, aunque no esté en el candelero comunitario, continúa siendo guía.
No necesitó de aviones, helicópteros, multitudinarias custodias y personas que le rindieran pleitesías para alcanzar espacios preponderantes en la vida pública de Argentina, y especialmente en la provincia de Buenos Aires.
Quizá contra su voluntad accedió a la Vicegobernación de Buenos Aires, cargo que aún ostenta, en uso de licencia. Desde ahí se convirtió en un dirigente fundamental para lograr el equilibrio dentro de la cámara alta, como así también cimentó la construcción de la presidencia del Partido Justicialista.
Las circunstancias propias de su salud, lo obligaron a dar un paso al costado. Su ausencia se nota. Se rompió el field de la balanza. Sería de necios no reconocerlo. Desde que se produjo su ausencia, la estructura partidaria no tuvo el mismo calor que le supo imponer. Se registraron distintos hechos que generaron incertidumbre.
Alberto Balestrini - estoy convencido - como expuse más arriba, habrá de recuperarse. Posiblemente no sea para la política, pero para que pueda disfrutarlo su familia extraordinaria, y gozarlo quienes nos consideramos sus amigos.
Personalmente perdí la principal referencia PERONISTA.
Nací de un vientre que respiraba el movimiento que gestó el General Juan Domingo Perón, y de ello conversé en repetidas oportunidades con quién hoy deseo se recupere prontamente.
Por respeto a su esposa e hijos no revelaré cuestiones políticas que interpreto fueron relevantes, pero siento la ineludible obligación de decir que entre los días 6 y 7 de Abril del 2010, conversé largamente con él, sobre ideas, proyectos y perspectivas para el futuro, que lo involucraban y me involucraban.
Previo a ello en una jornada tórrida del mes de Febrero, cuando los pasillos de la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, registraban un escaso movimiento, mientras mirábamos un partido de fútbol internacional, hablamos de este deporte que lo apasionaba, de su querido Vélez Sarfield y también de cuestiones cotidianas.
Supo aconsejarme con sabiduría. Pidió que levantara la autoestima y comenzara a forjarme caminos en la política, en virtud que ya se empezaba a hablar de este año electoral. En realidad, no sé si he podido dar respuesta a lo primero. A lo segundo, estoy seguro que sí. No transitaré ningún andarivel de la política dentro del peronismo, por carencia de referente.
Aunque algunos de los que leen no estén de acuerdo, la política para este modesto ciudadano y periodista, es la sumatoria de proyectos. Alberto Balestrini lo tenía. Muy lejos de lo que algunos mal pensados, pueden creer. Aprendí que la Lealtad no se vende al mejor postor, y aunque tenga que parir dolores económicos, lucharé por las convicciones que compartíamos y que dejaron el más sano de los ejemplos.
Como supo pedírmelo en repetidas oportunidades, acompañaré a quienes han tenido una actitud ponderable para conmigo, hasta que ellos lo determinen y después habré de decir: “suficiente, hasta aquí he llegado. Con aciertos y errores traté de dar lo mejor que podía, soñando con una provincia y país mejor”.
A un año del susto que nos hizo pegar, creo que lo escrito aquí refleja el sentimiento de muchos.
Deseo fervientemente su pronta recuperación y que el Peronismo siga reconociendo su incalculable valor.
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