martes, 1 de diciembre de 2009

El escándalo de la pobreza...


A sugerencia de un periodista ingresé en las últimas horas a un blog que desconocía.

Se denomina:
http://www.elpartedeltorrero.blogspot.com/

Leí uno de sus artículos – el que recomendaba el amigo – publicado con fecha del 24 de Noviembre y no pude menos que sentir envidia, al punto de llegar a replantearme, tras recorrer los comentarios, si debo seguir ocupando un espacio en la blogósfera.

Se puede recurrir al sentido común para escribir, fijar posiciones, analizar la realidad, narrar historias y hasta tratar de incursionar en la poesía, con el objeto de satisfacer la demanda interior y hasta el ego, ya que la web brinda la ventaja de convertirse en universal, solo en pocos segundos. El blog de quién firma como Luis, coloca en aprietes. Obliga a preguntarse para que sirve escribir casi a diario, sin tener el suficiente basamento educativo e intelectual que contribuya al crecimiento de los demás, estén donde estén.

El post al que aludo – especialmente - se titula: Pobreza, Indigencia, Exclusión y otras marcas del “Progreso”, y si bien su lectura no es sencilla para quienes somos neófitos en el conocimiento de los grandes pensadores, pone blanco sobre negro, y logra penetrar en las bases mismas de lo que muchos quisiéramos exponer, pero seguramente no lograremos, porque deberíamos volver a nacer con prodigiosidad ó bien abocándonos desde pequeños a estudiar sin retaceos para poder trasladar conocimientos.

En virtud de haber intentado en repetidas oportunidades opinar sobre el mismo tema (a la par de expresar admiración por el autor, a quién no tengo la feliz posibilidad de conocer), tomaré la licencia de extraer una parte de lo escrito por Luis en
http://www.elpartedeltorrero.blogspot.com/:

La pobreza, ante todo, se mira en el espejo de la riqueza simétricamente manifestada.

El consumo ostentoso y extravagante de los “ricos y famosos” de nuestro tiempo, ventilado en los medios, nos resulta chocante e intolerable por su carácter de “maldad insolente” frente a las manifestaciones más dolorosas de la pobreza. Un mundo de magos de las finanzas globales, de políticos elevados por el marketing y los creadores de imagen, de figuras del espectáculo y de jugadores de fútbol perciben ganancias fabulosamente distantes del resto. Conforman una sociedad aparte de las sociedades de donde alguna vez surgieron, viviendo aparte y actuando aparte, gente de un planeta mediático a la vez presente y remoto para nuestras vidas comunes. Estos rich and famous, que en buena parte mueven al mundo, se inscriben en lo que Christopher Lasch llamó la “rebelión de la élites”, la renuncia a sus deberes y el campear por sus fueros, paralela en nuestro tiempo a la “rebelión de las masas” que describió Ortega y Gasset en el primer tercio del siglo pasado.

En el otro extremo tenemos los excluidos, los nuevos miserables, que viven aparte en villas aparte y actúan aparte, conformando también una sociedad aparte de la sociedad. Y son una sociedad aparte porque nadie tiene necesidad de ellos. El excluido es un inútil, un supernumerario en términos sociales, cuya existencia resulta desprovista de toda finalidad que no sea la de sobrevivir, reproducirse y permanecer en su condición para ser manipulado convenientemente. Todo ello en una economía del deseo (no de la necesidad) y de la abundancia (no de la escasez según los viejos manuales), dando lugar así al “escándalo de la pobreza”.

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