Una amiga peronista, que motivó el post de ayer sobre Luis María Macaya, realizó otros aportes.
Los mismos relacionados con la vida del Movimiento político más importante de América Latina, y que Antonio Cafiero calificara como Universal en oportunidad de la última celebración del 17 de Octubre en el Teatro Argentino de la ciudad de La Plata, promueven una breve reflexión.
El añejo, pero aún brillante pensador del Peronismo, junto a Luis Macaya, cuando perdieron la interna del año 1989, no dudaron en sumarse a Carlos Menem para acompañarlo en la candidatura presidencial. Ninguno de los dos, líderes en ese momento de buena parte del movimiento a nivel provincial, y con incidencia también en distritos del interior del país, sacaron los pies del plato, y seguramente ni siquiera pensaron en dirimir las diferencias en una elección general. Concretamente, equivocados o no, apostaron al fortalecimiento de una historia que comenzó a escribir Juan Domingo Perón.
Tanto Antonio como Luis, dejaron escrita una página que ojalá vuelva a repetirse: la de aceptar el veredicto inapelable de los afiliados, en el marco de una interna partidaria.
La última reforma política aprobada a nivel nacional y provincial, repone el sistema, con la particularidad que las mismas sean Abiertas, Obligatorias y Simultáneas. Se trata de un paso cualitativo ponderable, que es de desear nadie intente bajarlo, porque sería una falta de respeto a la ciudadanía y la apertura de una herida profunda al deseo que anida en quienes siguen confiando en el Peronismo, para asumir las mayores responsabilidades del país.
La inspiradora del post, le puso un título que no es demasiado ortodoxo, pero por respeto a su idea, lo coloqué, ya que se ajusta a lo que se impuso con forceps en el 2003 y que en el 2011 puede evitarse, porque como dicen en el campo: “en la cancha se ven los pingos”.
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