viernes, 16 de abril de 2010

Cuando la lengua es más rápida que las neuronas...

Hace un tiempo que no escribo ningún post.

Siento por estas horas de la madrugada, la ineludible necesidad de hacerlo, y desde el corazón.

El miércoles anterior, Alberto Balestrini, vicegobernador de Buenos Aires, y político de talla admirada por propios y extraños, sufre las consecuencias de un Accidente Cerebro Vascular (ACV).

Nos toca a muchos, aguantar desde afuera la angustia, tristeza y dolor por esta situación. Somos un número reducido de colaboradores – porque así él lo ha querido - que nos olvidamos de internas, disputas de espacios políticos, elucubraciones sobre el presente, el futuro y discusiones propias de este ámbito. Todas las energías intelectuales y físicas están puestas en rogar por su recuperación, la que será lenta. Está enfrentando un problema de salud serio. Muy lejos de ser un resfrío, es una complicación que merece un agudo tratamiento, donde los profesionales que lo atienden ponen lo mejor de sí, y su familia – muy especialmente – guarda un lugar ponderable. Ninguno de ellos se ha mostrado públicamente. Primero porque no lo sienten. Segundo, están en constante vigilia. Sus esperanzas, como es lógico, están puestas en que las noticias que aportan los médicos, sean positivas.

A tres días de haber ocurrido el suceso, el viernes anterior, se echó a rodar una versión que impactó fuerte. Los teléfonos sonaron centenares de veces, preguntando sanamente, en algunos casos. En otros, aseverando que se había producido lo peor. Se tuvo que apelar a la buena voluntad que está dentro de cada uno de sus colaboradores, para desmentir lo que maliciosamente se señalaba en muchos medios.

Este viernes, a la misma hora, otra versión de similares características rompió con la relativa calma que prevalece en estos casos.

Sin paranoia alguna, es posible pensar que quién la lanzó al ruedo para que se reproduzca por centenares de periodistas, es un depravado. Esta caracterización que suele hacerse a quienes cometen delitos sexuales, cabe en todos los sentidos. El depravado es aquél que ‘depreda’. Más, se convierte en un animal que ‘intenta matar por placer’.

Alguna vez, uno de los tantos filósofos que hay en los pueblos, señalaba con claridad meridiana: “la lengua es más rápida que las neuronas”. A ello, después de tenerlo siempre presente, podría agregársele que “la parición equivocada, se da en alto porcentual de la sociedad”.

De lo último, no escapamos los periodistas aunque se nos haya hecho creer que por escribir, estar frente a una cámara de televisión ó un micrófono de radio, tenemos el ‘derecho’ de decir lo que se nos plazca, porque somos factor de poder e incluso estamos exentos de cualquier castigo. Este último, si no surge de la Ley, seguramente aparecerá en algún momento. Cuando se coloca el ‘traje de madera’ , es inevitable.

Alberto Balestrini, es como cualquiera de nosotros, cuya tarea ha sido reconocida en este tiempo. Un dirigente político con bajo perfil, sin exhibicionismo alguno, carente de ánimo confrontativo, buceador de acuerdos, constructor de consensos, excede para quienes tenemos el placer de conocerlo, la condición del político.

Es simple, fanático simpatizante de Vélez Sarfield, caballero, inteligente, sensible frente a los dolores del Pueblo y auténticamente Peronista. A ello, puedo acotar. Nunca ha sido capaz o manifestado intenciones de ‘jugar’ con la salud de sus compañeros. Menos aún, utilizar su enorme poder para ‘operar’ en los medios de comunicación, noticias ó comentarios que afecten a pares del oficialismo u oposición. Por el contrario, siempre intentando poner paños fríos y convenciendo a los más vehementes que reduzcan sus decibles.

Se distingue por cierta atipicidad en este mundillo, lo que le ha posibilitado alcanzar un respeto considerable. En estos días quedó demostrado con las múltiples adhesiones espontáneas que se produjeron en el distrito que condujo, como así también en las puertas del Hospital General San Martín de la ciudad de La Plata, donde está reposando y luchando para ganarle a la desventura, en una sala de cuidados intensivos, donde hay otros ciudadanos de la provincia de Buenos Aires.

Es por ello que ante la infamia, renace también aquella añeja expresión que “la política tiene la peor de la miserias y lo más excelso del ser humano”. Y en ella están involucrados, también, los ‘comunicadores sociales’.

Los que ayer tuvieron la amabilidad de cerciorarse convenientemente, están a la altura de las circunstancias.
Quienes escudándose - vaya a saber detrás de que oscuros intereses - lanzaron otra vez el infundio. Deben dormir tranquilos, seguramente, ignorando que el día del juicio final, pueden retorcerse como víboras.


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