domingo, 13 de marzo de 2011

La Muerte: no figura en la agenda de gestión y de campaña...

Que un Tsunami arrasó con parte de las costas japonesas, es cierto.

Que la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, participó de un acto en Huracán y generó interrogantes sobre su posible candidatura a la reelección, es cierto.

Que Mario Vargas Llosa viene a la Argentina y su presencia genera polémica, es cierto.

Que Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz, Eduardo Duhalde, Pino Solanas, Felipe Solá, Alberto Rodríguez Saá, Mauricio Macri, etcétera, están en campaña electoral, es cierto.

Que Cristina y Scioli estuvieron en Chubut, y eso disipa las versiones sobre desencuentros entre ambos, es cierto.

Que se desarrollan las elecciones en Catamarca, es cierto.

Que se discute si este “modelo” al que algunos llaman Nacional y Popular u otro, que no tiene nombre, ni se conoce, está en juego, es cierto.

Que Boca no encuentra el camino y se “comió” otra derrota, esta vez ante San Lorenzo, es cierto.

Que Juan Martín del Potro viene mejorando, es cierto.

Que Luciana Salazar y Martín Redrado protagonizan públicamente el show del espectáculo más atractivo de los últimos tiempos, para el “cholulaje”, es cierto.

Y así podría seguir ennumerando una serie de cuestiones que forman parte del “juego” diario de la vida, son ciertas, y mantienen atenta a la opinión pública Argentina.

Entonces, apuntar que los botellazos tirados al paso de un tren; mujeres incendiadas por sus esposos; jóvenes muertos en reyertas callejeras; enfrentamientos a cualquier hora del día, donde se utilizan palos de béisbol (deporte que no tiene actividad prácticamente en el país) resultando dañados pibes que no superan los 18 años; que hay centenares de delitos cometidos que no se denuncian; que vaya a saber cuantos son asaltados a punta de pistola para sustraerles el auto; que se meten en departamentos y oficinas, para robar e incluso matar, también es cierto.

Todo lo escrito, entre puntos y comas - en el último párrafo - para asegurar que la mayor parte de la dirigencia política vernácula cree en su diccionario de oratorias y notas en los medios, que esto es ó constituye parte de: “La Inseguridad”.

Se podrá argumentar que son problemas universales. Es cierto.

Se podrá puntualizar (especialmente la oposición) que es consecuencia de la debilidad económica de algunos sectores. No es, tan cierto.

Se dirá (desde sectores del gobierno) que es una sensación. No es, tan cierto. Y habrá centenares de caractéres volcados en los diarios, páginas web, redes sociales y todo medio de comunicación posible, hablando de “La Inseguridad”.

Creo – porque nunca jamás he sentido ser propietario de la verdad – que bajo el “paraguas” de “La Inseguridad" el miedo se enseñorea. El Pueblo deja de mirarse el bolsillo para tocarse todo el cuerpo, y el tema no se debate como debería ser.

El ALCOHOL y la DROGA, dos flagelos que afectan a la sociedad nacional con contundencia feroz. Su agravamiento es posible aventurar. TODOS, sin excepciòn, nos debemos “calzar los pantalones largos” y tirarlos sobre la mesa de discusión a cada minuto, hora, día, mes y año.

El ALCOHOL y la DROGA están minando el futuro de un porcentaje poco desdeñable de la sociedad Argentina. Claro que debe asumirse que no solo atañe a nosotros. Pero por ser menos – demográficamente – podemos darle “batalla” con eficacia.

Es más fácil consultar a cualquier aspirante a un municipio, gobernación, legislaturas ó presidencia de la Nación, sobre los dichos de otro ó si sube o baja la inflación (solo para mencionar algunas cosas). La respuesta brotará rápidamente, y lo que se cree es un compromiso con quién lee ó escucha, parecerá cumplido.

Hablar de “La Inseguridad”, genéricamente, también es fácil. Abordar sus causas y nocivos efectos, es sumamente complejo.

El ALCOHOL y la DROGA, sobre los que se realizan campañas de prevención, especialmente gestadas por Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), escasea ó es prácticamente nulo en el discurso de gestión y el de campaña electoral.


Los promotores de su consumo, se las arreglan para que se evite ?.

El temor a abordarlo hace fruncir el “tuje”, para evitar recibir “nuestro” merecido?.

Estas adicciones MATAN.

Y que estamos esperando ?...

Que sigan MATANDO y DESTRUYENDO las futuras generaciones de un país, que con sus pro y contras, está en condiciones de ser protagonista fundamental en el concierto de las Naciones del Mundo?.

En una geografía bendecida por Dios, prolífera en generación de alimentos para nosotros y fronteras afueras, se está alimentando a los jóvenes, aprovechando su vulnerabilidad, con VENENO. Los mismos jóvenes - aunque no sean la mayoría - que pueden aportar la sabiduría que siempre distinguió a los argentinos para ganarse un lugar preponderante en toda la faz de la tierra, por su capacidad intelectual y capacidad de adaptarse a los cambios que se demandan.

Y que estamos esperando ?...

Argentina ha dejado de ser un país de paso, en materia de estupefacientes pesados. Hasta el más despreciativo de problemas con carácter social de esta naturaleza, lo sabe.

Argentina tiene asegurado, según dicen calificados especialistas económicos y políticos serios, un lugar relevante, en producción y desarrollo, de aquí a muchos años.

Podemos ignorar dos problemas graves y destructivos como el ALCOHOL y la DROGA, no incorporándolos a la agenda pública como auténtica prioridad?. NO.

Tenemos que PRIORIZARLOS y sin temores, aunque nos vaya la vida en eso.
Las generaciones actuales que están seriamente preocupadas y las futuras que “huelen” la cercanía de productos que no contienen “polvora”, pero MATAN, nos lo habrán de agradecer.

Es muy duro levantarse las mañanas de todos los días, pero especialmente los fines de semana, hacer una recorrida por hospitales públicos ó privados y tomar conocimiento que la agresión en las calles cobró víctimas ó internados, producto de excesos en el consumo que llevan en la mayoría de los casos a convertir lo que debería ser un país en paz, en territorio sin autoridad, y donde los que “cargan sus armas” para “asesinar en cuotas”, da la impresión que nos están ganando.

La política y los comunicadores sociales tenemos una gran responsabilidad para poner freno a la “locura ambiciosa” de unos pocos, que están en condiciones de dominar el deseo de tranquilidad y bienestar, de muchos.

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