viernes, 21 de octubre de 2011

Vivir en un frigorífico...



No “me calienta” (pido perdón por la expresión poco ortodoxa), si era un dictador. Por sobre todas las cosas, era un ser humano, que con todos los errores que haya cometido no merecía ser mostrado en la tapas de los diarios como si fuera un “cacho de carne”.

Lo único que faltó entre este jueves y viernes, fue que aparecieran las fotografías de los asesinados y mutiliados, de ambos bandos, pero especialmente del derrotado, para que  orientales y occidentales quieran imponer que es un gusto vivir en un “Frigorífico”.

Una apología de la guerra. “Valioso y relevante” tributo a la Muerte. La causa es la lucha por intereses económicos. Como para no sentir el “dedo acusador”, siempre se argumentan razones humanitarias. Un mensaje tremendo al resto de los países del mundo: “O estás de nuestro lado, o puedes aparecer en los canales de televisión, tapas de diarios, los sitios de Internet y las redes sociales, como Kadafi”.

Poco y nada importa la opinión que pueda tener para las grandes decisiones mundiales, pero la tecnología permite ser universales y expresar lo que se siente. Más cuando el “éxito para la solución de los conflictos, en este caso petrolíferos, es la muerte, para después mostrársela a todos, sin el más mínimo pudor. Por lógica, sin ningún interés por querer imponer la Paz.

Cuando Barack Obama triunfó en las elecciones presidenciales estadounidenses, festejé.

Los demócratas le ganaban a un verdadero “carnicero”. Solo sabía conducir bajo las reglas de las metralletas, mísiles, bombas y cuanto armamento estuviera a su disposición (salvo las nucleares, porque esas se le podían volver como un boomerang).

Bush, era eso, un “CARNICERO”.

Bush no solo tiene la pinta de un bruto, sino también de una “Cortadora de Fiambres”. Imposible pueda generar simpatías. No lo lograba, ni cuando bajaba del helicóptero acompañado por el perro Labrador, color chocolate. Llegado el primer “Negro” (lo escribo con respeto) a la Casa Blanca, parecía que las cosas iban a tener un giro sustancial. Hasta anunciaba que retiraba fuerzas de Afganistán. Los suecos (me parece),  se “comieron el amague” como yo, y le dieron el Premio Nobel de La Paz.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), integrada por los países “amantes” de la Libertad y también “poderosos” (con algo de decadencia económica en los últimos tiempos) de la Tierra, socios imprescindibles de Estados Unidos, han dado a entender que se “equivocaron” al bombardear el convoy que trasladaba a Kadafi, y como si ello fuera poco, ahora el presidente norteamericano, anuncia que retirará las tropas de Irak. Eso sí, a partir de Diciembre. Hacerlo a partir de hoy, seguramente, le genera muchos trastornos en las negociaciones que deberá entablar con los que siempre han sido los verdaderos dueños del poder en su país. El mismo presidente que se entretenía con los niños en las fiestas navideñas, quizá también se “conmovió”, ante la foto que recorrió el mundo en cuestión de segundos, y le apareció un súbito temor que sus hijos le reprochen sus actos, hasta el fin de sus días.

Los fanatismos son parte de la perversidad que poseen muchos hombres y mujeres, y deben ser descalificados, pero ello no justifica descargar toda la potencia armamentística sobre los que dirigen y los que no tienen absolutamente nada que ver.

De todas formas, no escribiré ninguna novedad. Los fanatismos también han sido alimentados por los americanos, toda vez que le ha convenido a sus “sanos” intereses de “humapetrolíferar”. En ellos, también existe el fanatismo. El de las armas, la energía, la tecnología, y el de creerse los dueños del Universo.

Los especialistas en política internacional ya están escribiendo y opinando sobre el tema. A ellos les cabe hacer un minucioso análisis del pasado, presente y futuro (esperemos que lo escriban al pie de la estatua a la Libertad), luego de la atroz Operación Militar en Libia.

A mí, como periodista y ciudadano, me cabe expresar lo que siento por ser profundamente humanista y pacífico.

Las imágenes difundidas provocaron hasta sensación de vómito. Mis ojos habían comido un producto degradante.

Y, cada vez que agarro un diario, he visto televisión con las imágenes ó recorro la web, siento bronca, mucha bronca.


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