domingo, 28 de febrero de 2010

Desistir, no significa resignarse....

He desistido de la idea sostenida por algunos días de aspirar a una banca en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires en el 2011.

Tiro por la borda las frases expuestas en este espacio que no me bajarían “aunque vengan degollando”, y dejo margen para que no sean pocos los que piensen que hubo “arrugue”.

Trabajé durante todos estos años con un solo propósito: satisfacer las necesidades propias, en primer lugar y las de los demás, en segundo. Traté de fortalecer la economía personal y familiar, para luego volcar todos los esfuerzos necesarios en una empresa de comunicación (que está entre las más añejas del interior de la provincia de Buenos Aires). Cuando la política volvió a convocarme a través de uno de los dirigentes que no mencionaré, para no involucrarlo en mis decisiones, cuya estatura personal y dirigencial debo ponderar en todos sus términos, lo hice con satisfacción. El, es una especie de “aguja en un pajar”. Su trayectoria de los últimos años, lo certifican.

No contaba con su respaldo para los sueños amasados, porque no lo pedí, aunque se lo hice saber. Jamás, en este corto tiempo, puso objeciones a la idea. Debo valorar la sinceridad transmitida, en el sentido de evitar hiciera valer su nombre para encarar un desafío interesante, y en el que estoy convencido, de haber contado con el respaldo del Pueblo, podría aportar sustanciales ideas para mejorar la vida de los bonaerenses.

La convocatoria a internas abiertas, obligatorias y simultáneas abría una perspectiva interesante, para quienes hasta ahora solo habíamos ejecutado la tarea de técnicos, y que sentimos que debemos participar.

“El igualar para abajo”, al que son tran propensos quienes se creen “propietarios” de un distrito y ciertas secciones, ha hecho sentir en los últimos tiempos la máxima expresión de mediocridad. Y el mediocre, no trabaja. Pone trabas, inquieta, molesta, opera sobre la base de flotación, la que en este caso no está en la política, sino en intereses privadísimos que no estoy dispuesto a resignar.

Creo en la política elaborada en base a ideas, proyectos y trabajo, en virtud de las necesidades sociales, económicas, culturales, deportivas de la sociedad. Descreo de la que se hace sobre los cimientos de los recursos monetarios, los cuales en distintas oportunidades son dudosos.

Debe sepultarse, en este país, la idea que a partir de la cantidad de dinero que pueda movilizarse, se gana una elección. Debemos trabajar para agudizar y profundizar el debate en todos sus términos, proponiendo que quienes argumentan ser “poderosos”, pongan – con lenguaje muy popular – “toda la carne en el asador”. Concretamente: que es lo que están dispuestos a ofrecer innovadoramente para cambiar las cuestiones primordiales de una sociedad que no se resigna a que la sometan.

Seguiré trabajando en política, si me lo permiten, desde el lugar que siempre lo he hecho. Abrazando las causas y proyectos de quienes considero están guiados por las mejores intenciones. Y no callaré, en este caso, si, aunque vengan degollando, lo que interpreto son mis verdades, y que pueden generar expectativas positivas en la población.

De todas formas, debo dejar en claro, que desistir, no significa resignarse.

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