El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, volvió a insistir este lunes en la necesidad de rediseñar la provincia, en el marco del proyecto de descentralización anunciado hace poco tiempo y que presentó en público - sin demasiados detalles - el economista Santiago Montoya, titular del Grupo Banco Provincia.
La idea del mandatario bonaerense, en términos enunciativos no presenta demasiadas variantes para quienes viven en el interior provincial e incluso en el Gran Buenos Aires. Es de lo que se viene hablando desde décadas. La novedad está en que el titular del Ejecutivo bonaerense - hoy casi seguro candidato a la reelección - lo pone sobre la mesa de debate y puede instalarlo ante la opinión pública como uno de los prioritarios de la agenda, aunque haya otras cuestiones que preocupen más. Especialmente, la seguridad.
La provincia de Buenos Aires tiene antecedentes en cuanto a iniciativas dirigidas a alcanzar una efectiva descentralización. La más conocida durante la Democracia, reinstaurada en 1983, fue la aplicada por Antonio Cafiero, a través de políticas en viviendas y salud, fundamentalmente. Todo lo avanzado en este sentido por quién gobernó entre 1987/91 cayó en “aguas de borraja” durante la gestión de Eduardo Duhalde. Este último invirtió la pirámide. Su gobierno fue centralista. Y si bien hablaba del arraigo y dedicaba tiempo a extensas recorridas por toda la geografía bonaerense, focalizó su tarea gubernamental en la concentración del poder en ministerios y diferentes áreas con sede en la capital de la provincia. Colateralmente, Duhalde fortaleció su poder político en los distritos más poblados del país: Conurbano Bonaerense. Ruckauf no hizo nada en contrario y Solá mostró algunos atisbos de querer cambiar, pero quizá se quedó con el discurso que “descentralizar es ganar prestigio”. Esto último, al menos Yo, no puedo suscribir.
Scioli cuenta con ventajas para que el tema no se diluya ó pase a ser solo un mensaje político para entretener. Es persistente en sus dichos. Conoce el agua. Por lo tanto, no afloja debajo de ella. Eso, en un país que se ha mediatizado en exceso, juega a favor. En sus reiteradas apariciones públicas, el gobernador siempre dedica párrafos a la descentralización. “Tanto va el cántaro a la fuente” que por ahí logra los resultados esperados: que la sociedad de la provincia y su dirigencia, se convenzan que este es uno de los caminos para lograr mayor eficiencia, inversiones y desarrollo en el Estado -geográfica y demográficamente - más grande del país.
El gobernador que no ha brindado detalles muy puntuales, salvo la división en nueve regiones, recibió al Embajador de Francia en la Argentina, con quién abordó el tema. El país europeo es especialista en descentralizar.
Sin ir lejos: El Codenoba, organismo que nuclea a distritos del Noroeste de la provincia de Buenos Aires, surgió como consecuencia de las experiencias alcanzadas en la tierra de Robespierre y Napoleón. Los intereses individuales ó personalismos, han producido que el mismo no tenga la suficiente inserción en la toma de decisiones, aunque debe rescatarse que a comienzos del año a punto de culminar cuando se trató de articular políticas comunes en materia energética, logró avances de significación.
Tiene ante sí, Daniel Scioli - a la luz del ejemplo citado en el párrafo anterior - un interesante desafío. Convencer a la dirigencia política de la tropa propia y ajena, sobre la importancia de la Descentralización y Regionalización, como camino para rediseñar la provincia de Buenos Aires. Si lo logra, habrá dado el paso más importante, pues cada uno de los actores de la vida pública. Intendentes, concejales, diputados, senadores, gerenciadores del gobierno en organismos dependientes del Estado, deberán convertirse en promotores ó predicadores de esta idea a la que habrá de “sacarle más punta”. En principio se muestra como algo auspicioso para mejorar la equidad en el reparto y decisiones.
Ante tantas necesidades que tiene Buenos Aires en materia de seguridad, social, educativa y sanitaria, no escasearán los que digan que el proyecto es secundario, colocándolo entre los últimos en importancia para el Pueblo.
El gobernador y quienes trabajan en el mismo, no deben amilanarse ante los profetas del desaliento. Estos últimos tienen incidencia cuando se convoca a producir cambios, porque suelen ser los principales beneficiarios de un sistema que muestra grietas, pero que está "asegurado" para no derrumbarse jamás.
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