jueves, 16 de julio de 2009

Una "Huella digital" para el álbum de los recuerdos...




Sentí hablar de Estudiantes de La Plata desde muy pequeño.

Mi Padre era simpatizante de Gimnasia y Esgrima.

Si bien carecía de pasión futbolera, todos los domingos preguntaba sobre que resultado había logrado el "Lobo". Prestaba mayor atención cuando sabía se cruzaban en el rectángulo de juego los dos clásicos rivales, de la ciudad capital de nuestra querida provincia de Buenos Aires.

Cuando me trasladé a La Plata para realizar tareas profesionales y políticas, el "corazoncito" también se acercó a Gimnasia. Un poco por guardar el buen recuerdo del "Viejo", y otro por un abogado penalista que dio gran mano a una persona que quise entrañablemente y que había recibido injurias de lo más desagradables. Ese profesional me asoció al club y hasta se propuso que lo quiera mucho.

De todas maneras, no me aferré con "uñas y dientes".

Seguí con la misma "cultura futbolística" que me inculcaron. Simpatizar, por sobre todas las cosas, con los equipos argentinos cuando nos representan en el exterior.

Supe también de Estudiantes de La Plata en Trenque Lauquen, ciudad donde formé una familia y crecí profesionalmente. Ahí hay un especie de "culto" a la figura del famoso "Piloto Olímpico", Nolo Ferreira, que formó parte del ahora Campeón de América, allá por los años 30. El club donde "Nolo" dio sus primeros pasos, lo homenajea todos los años y su nombre está inscripto en el campo de deportes.

El escritor uruguayo, Eduardo Galeano en un material que hay en YouTube dice: "confieso que ahora soy nada más que un mendigo del buen fútbol, y cuando alguién me lo ofrece, cuando ocurre el milagro, no me importa de que cuadro es y de que país. Cuidado con la nostalgia. La nostalgia es buena. Es una señal de identidad como la huella digital, pero hay que tener cuidado con ella, porque también suele ser un veneno".

El autor de "Las venas abiertas de América Latina", luego de hacer una referencia política a su país, señala que "hay reservas de entusiasmo, de entusiasmo posible. Linda palabra, entusiasmo. Parece que viene del griego, y significa tener a los Dioses adentro".

Eso es lo que viví por vez primera, a los casi 53 años, durante la noche del miércoles y la jornada del jueves.

No me importó que cuadro fuera. No tuve nostalgias venenosas. Palpité el entusiasmo. Creo haber visto mucha gente que caminaba por las diagonales y calles platenses, a las tres de la mañana, con los "Dioses adentro".

Entre un grupo nutrido de "pinchas" que cubría prácticamente el ancho de la avenida, con banderas, gorros y vinchas identificatorias, un señor se acercó y como si supiera que estaba sorprendido me espetó afectuosamente: "Señor...esta ciudad está de fiesta".

Y más allá de la rivalidad entre los dos equipos de La Plata, estaba comprobando que sus dichos iban más allá del cariño por el "Club de sus amores".

Miles y miles de mujeres, hombres, niños, jóvenes, abuelos, se confundían en un solo grito: Dale Campeón.

Las bocinas de los automóviles sonababan en los cuatro puntos cardinales.

El ulular de sirenas se hacía sentir intensamente.

Las ramblas fueron tomadas por los propietarios de vehículos
llegados desde los distintos lugares de la ciudad
.


No había espacio en las veredas.

El tránsito era sumamente lento, pero valía la pena padecerlo de esta forma.

La Plata estaba de fiesta y por unas cuantas horas, hasta las últimas de la noche del jueves, los petardos, bombas de estruendo y fuegos artificiales copaban el cielo.

Mucho más que Estudiantes de La Plata "Campeón de la Copa Libertadores", creí sentir que por un momento el Pueblo dió rienda suelta a la alegría que necesita y que, quizá, estemos necesitando todos.

También recordé al Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, de Verón, Manera, Bilardo, Pachamé, Malbernat, Etchecopar, Poletti y tantos otros.

Pero mucho más que eso, mientras sentaba frente a la computadora, solo, sin ninguna compañía, tuve la impresión que las voces, gritos, entusiasmo, nostalgia, maravillosa pasión que es el fútbol, subía las escaleras e ingresaba por debajo de las puertas, se abrían las ventanas y "duendes" deseosos de desatar la felicidad contenida, se filtraban sin pedir permiso.

Mientras armaba el post, volví a mirar los goles y la grandeza futbolística de la "Brujita".

La "Gata" Fernández y Boselli quedarán en la historia del fútbol argentino.


La fiesta que vivió La Plata, si Dios me da la oportunidad, la podré contar durante muchos años, y estoy seguro que será una "huella digital" del álbum de los mejores recuerdos.

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