jueves, 8 de septiembre de 2011

Celuares: causas perjudiciales del uso desmesurado...


Hace unas horas observé el estado en que quedó este automóvil VW Bora, que se dirigía desde Buenos Aires al sur del país.

Como llevo el periodismo en la sangre, no pude menos que descender de mi vehículo y consultar a un número bastante considerable de gente que se había agolpado en el lugar, y comentaba las características del accidente.

Según se dijo ahí, el conductor del auto siniestrado intentó pasar un camión, sin percatarse que en dirección contraria circulaba un Corsa de tres puertas, que quién lo manejaba apeló a todos los recursos, funcionando a pleno sus reflejos lo que evitó una tragedia.

El conductor del VW Bora debió ser hospitalizado. Se insistía en señalar, en el lugar, que venía hablando por celular.

Es imposible navegar contra la corriente, pero el uso de estos adminículos que nos brindan la posibilidad de estar comunicados en forma permanente, debería empezar a regularse, y no a través de la Educación Vial, sino mediante la aplicación de severas sanciones.

Es común ver como lo usan motociclistas, transeúntes que mandan mensajes de texto sin mirar ni a la izquierda ó la derecha (como si estuvieran en otro mundo); transportistas con camiones de gran porte (viajando a 100 km por hora por las rutas del país); niños en las escuelas (con el argumento que es una manera de estar en línea con sus Padres); jóvenes que te piden una moneda en las esquinas (pero cuentan con aparatos cuyo valor no se ajusta a la tarea mendicante – por desgracia – que realizan). Así podrían ennumerarse otra serie de transgresiones.

Las líneas de celulares han superado a las fijas. Las posibilidades para adquirirlas son diversas y accesibles. Ya lo poseen todos y cada uno de los integrantes de una misma familia. Hay constante aliento a adquirirlos a través de los medios audiovisuales. Telenovela que se emite, personaje que habla por teléfonos móviles. Conductor de programa político que se precie de recibir muchos mensajes, muestra uno de estos aparatos. Así, también, podrían ennumerarse otros centenares de malos ejemplos.

El celular genera grescas en ómnibus de corta y media distancia, subtes ó avenidas con gran circulación peatonal. Si no aparecen los “pungas”, lo hacen los arrebatadores. Se arman bataholas con tal de recuperarlo, y hasta se pone en riesgo la vida. Es como que estamos decididos a “perder el bien más preciado, por un teléfono”.

Incomprensible e inadmisible.

No debería considerarse tentativa de homicidio que alguién conduzca un automóvil, transporte pesado, ómnibus ó motocicleta hablando ó mandando mensajes de texto por teléfono ?.

No debería considerarse un atentado a la seguridad ciudadana, que transeúntes crucen las calles, perdiendo la noción del tiempo y espacio, en idéntica actitud a la anterior ?.

No debería sancionarse a los Padres ó al menos registrarlos, que adquieran teléfonos celulares para sus hijos menores, con el argumento que es una manera de tenerlos cerca ó bien satisfacerles apetencias lúdicas en los tiempos que corren ?.

No deberían las autoridades educativas adoptar medidas disciplinarias contra los alumnos que los llevan a las aulas, y por consiguiente con los docentes que permiten su uso en horas de estudio ?.

Sin ser adicto a la televisión ó al cine, he observado que rara vez encuentro en series y películas americanas ó europeas, a los conductores de programas y artistas andar exhibiéndose con celulares. Ya expuse que en nuestro país se ha convertido en algo común y corriente.

Tengo la sensación que el uso de la telefonía móvil en la Argentina, forma parte del snobismo, donde por sobre todo sobresale el exhibicionismo y hasta una cuestión fálica.

Si el snobismo se transforma en un arma para la muerte ó para pasarle cerca, lo que no entra por los oídos, debería entrar por los bolsillos y el irrestricto cumplimiento de leyes que se cumplan.

1 comentario:

wal dijo...

Alla por los inicios de los "90, cuando todavia no estaban tan difundidos, habia un tipo hablando a los gritos por celular en la vereda; tropieza, se cae y lo ayudamos a levantarse. Mi suegro agarra el celu para alcanzarcelo y...era de jugete!!!. casi lo trompreamos entre todos por flor de pelotudo.