martes, 27 de marzo de 2012

Mantendrán sus pautas, pero los verán cada vez menos...

Los productores y conductores de programas políticos que se emiten por los canales argentinos, incluídos en las diferentes redes de cable o el satelital Direct TV, parecieran que se reúnen los domingos por la tarde en forma conjunta, dejando de lado la competencia por el raiting. 
La política vernácula tiene una escasa renovación y en algunos casos debe hacerse a los "pechazos", porque el más tentador y atractivo de los medios, muestra siempre las "mismas caras"  y las opiniones se repiten, entre unos y otros lugares de la grilla.
Le está faltando - perdonen colegas - creatividad a los programas, como así también mostrar otros exponentes de la vida política, social, cultural y económica del país.
De una punta a la otra del territorio - puedo dar fe de ello - hay calificados dirigentes que nunca aparecen, porque nadie los invita. No solo son interesantes en sus opiniones, sino que también son originales y hasta les sobra "piné" para empardar al más "pintao"
No tienen la posibilidad de acercar pautados significativos, pero si aportar conocimientos que pueden ser tenidos muy en cuenta por el Pueblo de la Nación. 
Esta situación - creo - ha dado lugar a que la política sea tomada por programas donde se privilegia el "chisme" del espectáculo. Ya es común ver - en algunos de ellos - transmitidos durante las primeras horas de la tarde y últimas de la noche, con buena captación de televidentes, como se "chivean" dirigentes que pretenden ocupar cargos de significación en el futuro. 
No es necesario montar grandes escenografías o producciones espectaculares al estilo de las realizaciones televisivas de entretenimiento. Se trata de aguzar el ingenio, informarse más de lo que pasa en otros lugares por fuera de las fronteras de la Ciudad Autónoma o del Gran Buenos Aires, para incorporar a la lista de interlocutores, valores humanos e intelectuales conocidos en sus comarcas, pero desconocidos para el "Gran Público"
De seguir en esta reiteración de invitados y declaraciones repetidas como un "loro", los programas mantendrán sus pautas publicitarias, pero los ciudadanos los verán cada vez menos. 

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