sábado, 19 de noviembre de 2011
La Violencia Social y el Fin del Mundo...
Intentaré escribir desde el IPhone. Ya estoy en la cama. La almohada sirve para acomodar el cuerpo, y el colchón como escritorio. Los resultados sobre el orden de este post, en consecuencia, no está asegurado. Es posible que en el transcurso del domingo, deba ejecutar rectificaciones.
Hace varios días que las problemáticas sociales me mantienen alerta. Quienes lean las notas anteriores, se darán cuenta que es así.
Soy consciente que el post precedente, tiene un contenido que se familiariza con la furia. Le tengo miedo a la Muerte, como la mayoría de quienes respiramos y creemos tener en funcionamiento la "máquina de pensar". Pero mucho más temor produce coincidir con quienes han venido premonizando el
Fin del Mundo. Es posible que esto no ocurra en lo inmediato, pero va cobrando forma por vía de la autodestrucción a la que no sometemos diariamente.
Las razones que esgrimen los estudiosos están vinculadas con los daños que le proferimos a este fantástico planeta.
Yo que no me asemejo a los mencionados anteriormente, pero que trato de seguir, todos y cada uno de los sucesos que se producen, creo que la autodestrucción va llegando por otro camino. Y ella es la que se denomina: Violencia Social. La generamos por la velocidad extrema utilizada en los minutos de cada día, diciendo conmovernos y quedándonos tan solo en ello.
La economía rige cualquier sistema político, sea de izquierda, centro o derecha. Necio, es ignorarlo. Colateralmente, nos inhibe de poder asumir en plenitud, lo que debería ser regla básica: 'la humanización de nuestros actos y la carencia de voluntad para unirnos en un fin donde prevalezca la defensa del bien más preciado: la Vida'.
Una sociedad - no especifico en la nuestra, sino que universalizo - incapaz de articular sus sueños en tratar de erradicar los males sociales, convencida que todo se arregla con la intervención del Estado, no podrá resolver el meollo de la cuestión. Si bien, creo, es responsabilidad de los gobiernos brindar salud, educación y seguridad, del resto tiene que hacerse cargo la decisión inquebrantable de quienes nos consideramos ciudadanos, de una punta a la otra de la tierra.
La Violencia Social se lleva minuto a minuto, en un mundo poblado por siete mil millones de habitantes, una cifra que no se puede precisar de niños, jóvenes, hombres y mujeres. La misma se traduce en homicidios culposos o dolosos; adicciones; accidentes fatales. Podría enumerar una lista interminable de episodios, quedándome sin espacio en el blog, hasta llegar a producir saturación en los servidores de Google.
La Violencia Social es una consecuencia, además, del tener conciencia que mientras un porcentaje ínfimo de la población mundial vive en condiciones de extrema riqueza, otros mueren de hambre o están cerca. La realidad parece conmover cuando se muestra crudamente. La difundimos - de vez en cuando - como manera de solidarizarnos. La archivamos - después - en una especie de baúl de los recuerdos. La volvemos a reflotar toda vez que la "Cajita Feliz" nos muestra niños y no tanto, desnutridos, o bien recorriendo las calles en búsqueda de miserables monedas y trozos de comida.
La Violencia Social, más allá de lo que piensen expertos jurídicos; responsables de organizaciones internacionales que miden estadísticamente; conglomerado de países reunidos en Grupos e iglesias de distinta índole, también es consecuencia de aceptar el funcionamiento burocrático para los que han sido creados distintos sistemas de apoyo o concientización. En centenares de ellos, los recursos se dilapidan satisfaciendo necesidades de pocos, sobre las mayorías.
La Violencia Social, se produce e incrementa minuto a minuto, ante las decisiones y actitudes de muchos hombres públicos, que siendo sabedores del malgasto de los recursos de los Estados que representan, siguen actuando irresponsablemente "engañando" con discursos, cuyo contenido puede tener mucho de filosófico, pero que nada aporta a la solución del problema.
La Violencia Social, también se engendra a partir de quienes detentando Poder, deciden sobre el resto, creyéndose inmortales. Se olvidan, y en esto seré poco ortodoxo, que "todo bicho que camina va a parar al asador". Traduciéndolo a la humanidad, "todo hombre que camina termina, mirando crecer las margaritas, pero de abajo".
La Violencia Social no se erradica, seguramente, con utopías, pero puede mengüarse. Y esto último podría lograrse si las sociedades en su conjunto no solo son capaces de oponerse a las desigualdades producidas por acciones erráticas de quienes mandan, sino también levantándose con indignación, ante quienes están opíparos, traficando con la muerte.
La Violencia Social, también puede disminuir y dejar de ser el mayor problema de presente y futuro, si cada uno de nosotros resuelve abandonar la indiferencia.
Nota: Ilustración del post.
Pintura del gran artista plástico argentino, Ricardo Carpani, extraída de Google.
León Gieco en EE.UU., cantando Solo le pido a Dios, extraído de youtube
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