De pronto el ritmo de la bossa nova empezó a sonar un tanto lejos, pero suficiente para abrir los ojos, ver los ases de luz que ingresan por ventanas y hasta alguna rendija que se ha formado impertinente.
Oí unos minutos, apoyé las piernas sobre suelo firme. Caminé varios pasos y apagué un teléfono.
Ya no es el sonido de la infancia el que llama. El tiempo va pasando. Hay otras formas.
Miro alrededor y pienso en los años. He sido, no solo, de sostener lo que ya no es un retoño.
Sigo vivo...
Y ello...ello...es de valor incalculable !!!
No hay cuenta posible. Solo interiormente, surge como una voz que dice:
Gracias...Gracias...Gracias !!!
Hasta tengo deseos de gritarlo !!!
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