Ni siquiera me tomé el trabajo de leer los argumentos que esgrimió la Cámara de Casación Penal para ratificar la prisión del ex comisario Fanchiotti, autor, junto al ex oficial Acosta, de uno de los hechos más repudiables que vivió la Democracia, desde su definitiva reinstauración en 1983.
Se hace Justicia. Eso es, lo que rescato.
Fanchiotti no solo actuó. Me quedó la sensación de comandar un grupo que atropelló con las armas y truncó la vida de uno de los jóvenes que querían mayor dignidad para los argentinos, después de haber vivido los años más complicados de la historia reciente del país, y que días pasados todos los medios brindaron amplio espacio.
La historia se escribe de golpe o en capítulos.
La de Fanchiotti, no ha terminado de escribirse. Solo se conocen pocos capítulos. Esperemos haya más.
El ex integrante de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, un mitómano que unos cuantos conocimos, porque desempeñábamos funciones públicas importantes, fue a juicio y culpó a varios. Antes nos hizo "comer" su accionar en la represión de los manifestantes de Puente Pueyrredón y Estación Avellaneda. Hasta concedió entrevistas a programas de televisión. Si no hubiese sido por la acción que desplegaron personas que merecen el mayor de mis respetos y cariño, lo categorizaban como héroe.
Para terminar con el fin que ciertos periodistas y también dirigentes entiendan como se vivió aquella jornada negra de la Democracia, siento la necesidad de escribir que: "Muertos Kosteky y Santillán, vi al gobernador de la provincia de Buenos Aires por aquél entonces, Felipe Solá, a su ministro de Seguridad y varios de los amigos, con lágrimas en los ojos, porque no le encontraban respuesta, a lo que tiene respuesta. Una respuesta que no pueden dar los integrantes de ese gabinete bonaerense".
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