Si la peor batalla es la que no se da, la peor campaña es la que no se realiza.
Argentina, pese a todos los esfuerzos que se realizan, sigue registrando una triste estadística de accidentes mortales en rutas.
Acabo de enterarme del fallecimiento de un joven de 17 años que conducía una motocicleta y se incrustó en la parte trasera de un camión.
Triste, muy triste.
Una vida truncada por la imprudencia propia, la del conductor del transporte o la de los padres que aceptaron buenamente que condujera un vehículo extremadamente peligroso, donde tantas veces se ha dicho: "el paragolpes es la cabeza".
Estas muertes no se difunden en los grandes canales de televisión de la ciudad de Buenos Aires, tampoco se publican en los diarios de mayor circulación e incluso tampoco en las páginas web más leidas. Todos los días y en todo el territorio del país, se producen siniestros de estas características con muertes o lesiones irreversibles.
La lista se incrementa y si bien se puede hablar de reducción en los niveles de accidentología en caminos y rutas, también se producen dentro de los éjidos urbanos de diferentes ciudades argentinas.
Estoy convencido, le duela a quién le duela, que las campañas publicitarias de prevención no son lo suficientemente convicentes, y que tampoco alcanza con centenares de autos y camionetas de color naranja, diseminados en rutas que registran mucha circulación.
Los argentinos manejamos mal, y no somos conscientes de los peligros que entraña excedernos en la velocidad, hablar por el celular mientras lo hacemos, escuchar música a un volumen contraindicado o colocarse admíniculos en los oidos para que nos acompañe el ritmo que más nos gusta. Y, fieles a nuestra característica, trasladamos la responsabilidad al Estado.
Lo hacemos señalando:
- Las carreteras no están en condiciones.
- No hay suficiente señalización.
- Hacen falta más autovías.
Tres de los "discursos" más escuchados.
Afirmo que - más allá de ciertas razones en los tres puntos señalados - hace falta educación vial. Para ello, el Estado, en todos sus niveles, debe invertir en campañas de prevención, utilizando todos los medios a su alcance. Deben ser crueles.
Si un auto ha quedado reducido a hierros retorcidos sobre una ruta - por ejemplo - hay que levantar un poste donde el mismo quede a la vista de los automovilistas. Idéntica política hay que aplicar con los accidentes que protagonizan los motociclistas.
Las campañas de difusión en los medios radiales, gráficos y televisivos, deben contener imágenes que conmuevan el espíritu.
Está visto que no nos movilizan las pick up de una conocida marca americana con los colores naranja, ni tampoco los controles policiales.
Nos seguimos matando...
Nos seguimos suicidando...
1 comentario:
...hemos llegado hasta aqui con una conclusion lamentable, nada de lo que se ha hecho y se hace funciona. Ni las multas, ni el retiro de puntos en el registro, ni las camaritas ni los vehiculos naranja logran parar la cosa. Uno debiera preguntarse entonces que es lo que esta mal.
En primer lugar resulta que cualquier cosa que se haga es percibida como un intento mas por recaudar. Parece mentira, pero este preconcepto anula cualquier medida que se tome. El automovilista se pone el cinturon " para que no me saquen mas plata" o el motociclista se pone el casco "para que no me saquen la moto". En ningun momento se piensa que hacer tal o cual cosa nos hace manejar con mas seguridad.
Por otra parte no nos respetamos a nosotros mismos. Muchos conductores manejan como si no existiese nadie mas en el camino. El no uso de las luces de guiño o la desidia en cambiar lamparas de señalizacion es la evidencia palpable.
Demas esta decir que se requiere una campaña eficaz y eficiente. Que muestre lo que le pasa al que va adentro del auto y a los demas. Es necesario hacerlo con crudeza, evitando todo eufemismo. Si vamos a mostrar las consecuencias de un accidente, hagamoslo con todo el realismo posible. Si es necesario hagamoslo en horario central, para que todos lo vean o en un cine antes de comenzar una pelicula. Para que nadie se haga el boludo y mire para otro lado...
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