Voy a ser una excepción a lo ya escrito en este blog y que el amigo Artemio López le brindó un amplio espacio en el exitoso www.rambletamble.blogspot.com el día viernes, recibiendo una serie de mensajes de quienes confían en este método de interacción comunicacional.
Con desagrado profesional comprobé el domingo en varios diarios de la Argentina e incluso lo he escuchado en radio y televisión que la determinación de los nuevos dueños de Radio del Plata con relación al periodista Nelson Castro se le ha intentado dar la connotación de problema de Estado, pretendiendo instalar que la Libertad de Expresión corre peligro.
Uno de los editorialistas más leídos del país hace referencia al tema. Lo considero una “barrabasada” profesional e impropia de quién pareciera tener la mejor información en materia política y económica, y que desde hace meses anticipa el Apocalipsis nacional. Demuestra estar dolido por haber perdido el acceso que siempre gozó a las estructuras del máximo poder político. Cuando tenía esa posibilidad se “desarmaba” en elogios a la simpatía y buenas atenciones de la señora presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
Me refiero a Joaquín Morales Solá, cuya buena pluma no pongo en duda. Me atrevo a señalar que sus columnas son tendenciosas, aportando poco y nada a que la opinión pública tenga ciertas “pizcas” de esperanza. El país está golpeado y el mundo también. Flaco favor se hace sembrando desesperanza y profetizando que estamos en manos del "Diablo".
No se salvan de la repercusión dada al rompimiento de la relación contractual Castro-Del Plata, otros periodistas y políticos.
Sería bueno saber si estos colegas y dirigentes, cuyo respeto no quiero fragmentar, son conscientes del desastre que existe en materia de comunicación social desde hace años y cuya responsabilidad no es achacable solo a este gobierno.
La ilegalidad, por ejemplo, en materia de radiodifusión se inició en 1985 cuando por decisiones políticas irrumpió en el dial, alentando “la conformación de un movimiento político y la sumatoria de más voces para fortalecer la Democracia”. Hay todavía radios y canales de televisión en manos del Estado, los que no se licitan porque existen presiones de toda índole. Más grave, desde ciertas asociaciones que nuclean a empresas periodísticas se alienta la penetración de señales por cualquier vía, con el fin de centralizar la comunicación, hacerle perder identidad a los pueblos del interior y acumular recursos. En alto porcentaje de comunidades de la “Argentina Adentro” es más fácil que la sociedad esté al tanto de choques en la General Paz ó en la Ruta 2 que de circunstancias similares en las propias comunidades.
En el mismo sentido que lo anterior deseo exponer que Grupos mediáticos internacionales han intentado hacer pie en la Argentina, creando una Red atentatoria contra las Leyes de Bienes Culturales y Radiodifusión vigente (cuyas modificaciones han sido tantas, que perdió el color de la dictadura militar). Llegaron con el objeto de adueñarse de parte del espectro con el propósito - estoy convencido - de instalarlos una cultura ajena a los principios que debemos sostener: Nuestra propia nacionalidad.
No puedo poner en duda la capacidad profesional del Dr. Nelson Castro, pero lo que a él sucedió forma parte del libre accionar empresario tan mentado y donde se dispone como más conviene. Y esto, no es discutible. Si las posturas del periodista, reconocido a nivel internacional, no satisfacen a sus dueños ó bien producen económicamente cifras poco satisfactorias, se toman medidas aunque resulten antipáticas. Porque recurrir, entonces, a defensas “corporativas” ó “tendenciosas”.
Los periodistas y ciertos medios del “Lugar donde atiende Dios” que pretenden transformar esto en cuestión de Estado es una pena que hayan logrado que el respetado profesional, se suba a ese “carro”. Los mismos que lo defienden se pasan por la “entrepierna” las dificultades que afronta la comunicación en prácticamente todo el territorio argentino, donde las empresas hacen ingentes esfuerzos por mantenerse y en muchos casos han decidido cerrar definitivamente sus puertas, arrojando al rincón de los recuerdos pedazos importantes de la historia.
En el caso específico del interior, sería bueno que ellos mismos hagan una recorrida por las provincias y comunidades para comprobar que la profesión escasea; es imposible hacer frente a las políticas impositivas; se hace difícil cumplir con los convenios de los trabajadores; la publicidad nacional se concentra en pocas radios y canales de televisión de Buenos Aires; las pautas locales se canjean por pedazos de pollo ó pizza y no hay política de promoción para subsistir. Tampoco la responsabilidad es exclusiva del Gobierno actual. También es de los diputados, senadores y periodistas que gozan del acceso al pináculo del poder. No les conviene promover discusiones ó debates sobre cual va a ser el futuro de la comunicación federal. No lo hacen, arriesgo, porque gastan sumas siderales distribuyendo recursos en emisoras radiales y televisivas, Internet, cartelería publica, etc., concentrados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Son “socios” de una corporación poco interesada en ser abarcativa del interés federal.
Los mismos dirigentes políticos que se montan sobre la situación de Castro y algunos colegas, tienen beneficios que carece la mayoría. Y para poder analizar la discontinuidad del contrato del periodista con Radio del Plata, la mirada, aconsejo, tiene que ser más amplia y equilibrada. En Argentina existe una consistente Libertad de Prensa, aunque al gobierno y a sus amigos pueda achacársele cierta intolerancia.
Hace más de 35 años que desarrollo la actividad periodística en lo privado e institucional. Jamás se ha dicho tanto en contra de un gobierno, desde 25 años a esta parte. Sin embargo, no conozco cierres o censuras. Los gobernantes - aunque nos duela - han dado “batalla” ante ese panorama, en escenarios propicios y sin posibilidad de “revancha” frente a frente.
Castro ha dicho que la rescisión de su contrato tendrá correlato en lo económico. En consecuencia, se va con el arreglo que corresponde.
Especulo y sin temor a equivocarme que no le faltará trabajo en ningún otro medio de comunicación. Quienes deseen seguir sus entrevistas ó comentarios podrán hacerlo.
Lo que hoy pretende presentarse como una cuestión que atenta contra los principios de la Democracia, hará caer de bruces a quienes se anticipan a sembrar el miedo.
Nelson Castro, es una excelentísima persona y mejor profesional. Su ausencia en Radio del Plata, sería mucho mejor que se analice desde un contexto más amplio, donde la política electoral ó partidaria debería minimizarse para abrir los canales que posibiliten discutir “en serio” otras cuestiones más relevantes que atañen a la comunicación radial, televisiva, gráfica y por internet.
2 comentarios:
muy bueno comandante moroco topo!
Bien Jorge! Me alegro de leer un nuevo post tuyo!
Un abrazo
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