martes, 3 de marzo de 2009

La Emoción: Campo de Batalla Electoral...

Aporte para nuestro blog del Licenciado Guillermo Bertoldi:

La psicología cognitiva ya nos lo había adelantado, pero ahora las neurociencias lo certifican: nuestro cerebro no está, ni estuvo nunca, preparado ni dispuesto a procesar racionalmente los mensajes políticos. No hay una sola decisión supuestamente razonable que no esté ligada a la emoción.
En un mundo sobresaturado de mensajes y estímulos publicitarios, nuestro sistema parasimpático es el que selecciona, evalúa o bloquea el ingreso de información política. Las emociones procesan imágenes y señales que, aunque no sean fácilmente entendibles en términos racionales, no implica que sean irracionales. Simplemente, indica que son ajenas al conocimiento racional, pero producen resultados y efectos.
La evidencia y queja de los líderes políticos respecto de que la gente no los está viendo ni escuchando, que no hay posibilidad de realizar una sola acción que tenga impacto en la ciudadanía, tiene dos explicaciones básicas:
Estamos aburridos de su forma de comunicar y cansados de sus temas que no resultan interesantes. Por lo tanto, el sistema parasimpático impide que esa información ingrese. Las experiencias más exitosas en política electoral son aquellas que buscan y logran la conexión emocional con la ciudadanía. Las facultades lógicas de nuestro cerebro político tienen su base biológica en la adaptación de la inteligencia emocional, perfeccionado luego de dos millones de años de historia evolutiva. El sistema emocional controla absolutamente cada decisión que tomamos y no hay ningún aspecto en donde se note más que en la comunicación política.
El campo de batalla electoral, donde los mensajes políticos guerrean con los de los oponentes, es el corazón y la mente de las personas. Porque ya no importa qué se esté diciendo, sino lo que las personas sientan, escuchen, procesen. Porque hay que tener presente que la información ya está en la gente. Los mensajes políticos, a la luz de los últimos descubrimientos de las neurociencias, no tienden a hacernos cambiar de opinión, cosa virtualmente imposible, porque nuestro sistema emocional lo impediría bloqueando esa información, sino a activar marcos conceptuales y mentales que se basan en ideas y valores.
En la Argentina que se prepara para un nuevo proceso electoral, no hay ningún precandidato que haya tomado nota de esto. Peor aún, el enamoramiento de la figura de Barack Obama se basa en lo que pobremente ha mostrado la televisión. Mientras que lo importante de su campaña fue la utilización de un nuevo recurso denominado storytelling , de la narración política en relación a los marcos conceptuales de la opinión pública de su país.
El "relato" que tanto gusta aludir a nuestra presidenta trabaja sobre el pasado, lo que ya pasó. Por lo tanto, los políticos tradicionales se convierten así en cronistas y corresponsales de la realidad; en tanto que, de aplicar las narraciones, se podría movilizar con metáforas, activar los valores, llamar a la construcción de una épica conjunta, a la esperanza de cambio posible, a la política del deseo. En definitiva, el que cuente la mejor historia gana.


El licenciado Guillermo Bertoldi es especialista en comunicación política y corporativa y analista de opinión pública; bertoldi@entornoestrategia.com.ar

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